Abstemia primaveral

marzo 3, 2008

Sí, ya sé que es astenia -ya sabéis que yo de abstemio poco-, pero había que quitarle hierro al asunto de alguna manera, ¿no? El caso es que el motivo de mi comeback-no comeback no es otro que me ha entrado la depre primaveral. A mí, persona contenta y feliz por naturaleza que, como dice Piscu, necesita un drama al año para por lo menos ser feliz y estar a la altura de los demás. “Y si no lo encuentras, te lo creas tú mismo, te da igual”. Pues mira, puede que tenga razón. En el fondo tengo pocos motivos para ser infeliz, no nos vamos a engañar. Tengo trabajo –de lo mío, que es si cabe más complicado–; tengo amigos que me quieren y me apoyan en todas mis locuras –que eso también es complicado– a los que yo también quiero con locura y con los que me divierto muchísimo; no tengo que preocuparme de cazar, porque puedo hacer la compra en el supermercado y vivo en una casa preciosa, con una ducha de hidromasaje (un poco timo, pero de hidromasaje al fin y al cabo) y una cocina de muebles granates y electrodomésticos en acero. Supuestamente todo lo que hace falta para ser feliz, Wii incluida.

Pero muchas veces, el ahogamiento, la ansiedad y el temor se instalan en tu vida. Muchos cambios juntos, algunos muy gordos, muy rápido. Nuevo trabajo, nueva casa, nuevo horario. Trabaja hasta las 19.30 y cuando salgas, si te quedan ganas, ve a hacer la compra, friega o limpia los platos. Se hace evidente que necesitamos un asistente en casa, o eso o me muero, porque no hay nada que me horrorice más que llegar derrengado a casa y ponerme con el mocho. Encima se acerca mi época del año más odiada, la primavera. Me da igual que los días sean más largos, que haga calor y que nos podamos despojar del abrigo. Este año no he tenido suficientes días lluviosos en los que sentarme frente a la ventana y ver cómo se moja la gente que anda por la calle, mientras yo estoy calentito en mi casa. Este año no he tenido válvulas de escape suficientes, que me permitan relajarme y empezar esta nueva temporada con ganas.

Ahora estoy intentando volver a hacer las paces conmigo mismo y con todo lo que me rodea. Normalmente estas cosas me llevan unos días, en torno a una semana. Es estresante, porque me tengo que despojar de algunas cosas y agenciarme otras, pero es lo que hay. Ya veremos cuál es el parte de víctimas. Que mientras no sea yo mismo, todo habrá ido bien. O no.

[Mood: angry.gif Pues eso.]
[My iPod says: Hallelujah – Rufus Wainwright]


Me recuerda a Donosti-Donosti / Belle & [San] Sebastian (y II)

agosto 8, 2007

Nos habíamos quedado en el viernes, y en vuestras preguntas de si estuve solo en Donosti-Donosti o no. Pues la verdad es que casi sí, pero fui con un amigo y terminamos bastante mal. Esto ha sido bastante desagradable, sobre todo el sábado por la mañana, así que no me apetece contarlo. Por esto mismo, estoy separando quirúrgicamente esta parte de la historia de la otra, para no tener que recordarlo. Espero que lo entendáis.

El viernes también amaneció buen día (por suerte), así que me bajé a la playa bien pertrechado por mi cremita del sol (nunca agradeceré lo suficiente trabajar en un sitio como el que trabajo y poder hacerme con todo tipo de cremas caras de todas las formas y sabores) y mi botella de agua de dos litros, en plan reinona decadente. Me faltaba el speedo, el pareo, las maxigafas y estar híper musculado en lugar de delgado para que me sintiese como en la misma Ibiza. Que por cierto, lo de Ibiza ya no puede estar más demodé, Farala dixit.

Después de una buena sesión de playa y de un poco de turisteo por la ciudad, estuve cenando con bien de vino, que últimamente le he cogido un poco de afición a estas cosas. Hasta el postre lo tomamos con vino. Es que estaba de vacaciones, ¿qué pretendíais?

Para finalizar la noche, terminamos yendo por ahí un poco a tomarle el pulso a la noche donostiarra. Estuvimos en el Warhol -un sitio así con una decoración rollo modernete decadente, pero que en el fondo tenía su gracia, aunque el house que ponían no estaba muy bien-; en el Pokhara -este sí que me gustó de verdad, porque pusieron algunos temazos que me encantan, como por ejemplo ‘Young Folks’ de los Peter, Bjorn & John, aunque es más para tomarse un par de copas sentadito- y después en el Txirula -un sitio al lado de la Playa de la Concha que es un poco como el bar de toda la vida donde ponían remixes de Mika sin parar-. En general lo de salir por la noche es complicado, pero tiene su gracia. Eso sí, flipé en lo cuidadosos que eran poniendo copas en todos estos sitios, que te lo ponían en baso de sidra, te exprimían limón y te lo pasaban por el borde fastuosamente y todo. Para finalizar la noche, nos dieron unas entradas para una discoteca de pijerío donostiarra, el Bataplán, esta sí justo enfrente de la Concha. El rollo que llevan es como un poco salmantino, que está todo lleno de heteros pero luego los gayers tienen su espacio propio y allí se concentran todos. Estuvo bien porque había uno de Pamplona que era súper gracioso y estaba fatal de lo suyo, así que me reí mucho. Y luego pues nada, copita por aquí, copita por allá, terminé ligándome a un euskaldun, que ya tenía yo muchas ganas, con esa cara de borricos que tienen muchos y lo buenazos que son. Me encantaron los euskaldunes, pero este que os comento, me encantó más…

Llegué súper tarde al hotel, rollo las nueve de la mañana, así que no dormí nada. Desgraciadamente, tuve que irme sí o sí de allí a las 12 y mi vuelo no era hasta las 19. No os recomiendo para nada un vuelo tan tarde si no podéis pedir un late check out hasta las 16 (que es lo que normalmente te dejan en los hoteles sin cobrarte y si no tienen mucha ocupación) porque es un horror. Me tuve que tirar en la playa desde las 12.30 hasta las 17.30 (suerte que había sombra) con una resaca del copón y habiendo dormido dos horas. La próxima vez, aunque pierda el día, me quedo menos. Lo de la playa tanto tiempo fue un coñazo, pero luego vino el euskaldún y me animó bastante, porque además me llevó al aeropuerto ese que está a tomar morcillas en coche. Completamente recomendable echarse un ligue / novio o guateva vasco, ¿eh? Os lo digo desde ya. Así que nada, nos despedimos en el aeropuerto y yo para Madrid y tu para Donosti, que es lo que toca.

La vuelta ha sido infernal. Últimamente tengo la cabeza en otro sitio y me concentro poquísimo en el trabajo. Me imagino que será el síndrome post vacacional. ¿Alguien tiene una cura para esto?

[Mood: gloomy.gif Preocupado. Y va a durar.]
[My iPod says: Travolta – Corazón valiente]


Retirarse es ganar

May 18, 2007
Que más vale una retirada a tiempo que una derrota es una verdad como un templo. Ayer, después de un día repletito de trabajo, mi roomie Ann terminó convenciéndome para que le acompañase a una fiestecilla con famosillos caspa (y no tan caspa, todo hay que decirlo). Normalmente la situación suele ser la contraria, pero esta vez él era el invitado. Y lo que es más, resulto ser casi una personalidad entre toda esta gente. Mucho arte es lo que tenía ver por allí a nuestro Ann siendo saludado y querido a diestro y siniestro. Y todo el mundo hablando de su delgadez extrema y todo, vamos que hasta sentí un poco de envidia. Tengo que empezar a comer más puerro a palo seco y como único plato en la comida.

Aunque había un par de asistentes a la fiesta que llamaban mi atención, decidí que irme a casa pronto no era tan mala idea, así que terminamos la noche muy prontito. Piscu y Lesbos (una amiga de Piscu que no ha salido mucho en el blog pero que últimamente pasa bastante tiempo con nosotros y nos divertimos mucho con ella) decidieron encaminarse al Gris, con las firmes promesas de que Lesbos había quedado allí con un amigo suyo que era más alto que yo (siempre me estoy quejando de que todos los chicos son muy bajitos). Cuando yo ya me veía cruzando la acera y encaminándome hacia San Marcos, 23 como por inercia, oí una vocecilla en mi cabeza que me pedía por favor que no fuese por ese camino. Que ya tengo yo suficiente con lo mío como para irme por ahí de fiesta un jueves, con lo malito que me pongo luego cuando suena el despertador.


Déjà vu
Yo creía que ya había hablado del tema, y veo que no. Mr. Brazilian y yo terminamos cortando la relación por varios motivos fundamentales, a saber:

1. Malas comunicaciones Madrid – Lisboa
1.a. Los vuelos son baratos, pero yo ahora mismo no estoy nada boyante que digamos.
1.b. Los viajes de doce horas en autobús molan entre poco y nada, y no sirven para pasar sólo un fin de semana, porque pierdes muchísimo tiempo.
1.b.1. Los viajes en autobús, para una persona que roza el 1.90 de altura, son una verdadera T-O-R-T-U-R-A.
2. Facturas de teléfono inacabables e inabarcables monetariamente. Con un mínimo de un mensaje diario y una llamada cada dos días, las facturas se te ponen en 100€ mínimo en muy poquito tiempo.
3. Lo poco que me gusta el Messenger y lo fatal que funcionan algunos servicios como Skype o Jajah a según qué horas, vamos, a la hora que lo uso yo, fundamentalmente.

[Mood: Me han hecho fijo… ¡¡¡y me han subido el sueldo un montón!!!]
[My iPod says: Madonna – Jump]


Why can’t we be friends?

abril 19, 2007
Hay veces que la gente vuelve a tus recuerdos así, como por arte de magia. No sé si tendría que ver con los sueños o no porque, aunque sé que sueño todas las noches, tengo el sueño tan pesado que ni me acuerdo. Verme dormir es lo más, porque caigo en un estado comatoso que mucha gente se piensa que he muerto. A mí no me despierta ni una bomba nuclear caída en el cabecero de mi cama, sólo me despierta el móvil cuando suena la alarma. Soy inmune a cualquier otro tipo de ruido, ya sean coches, gritos, ladridos o lloros. Duermo como un tronco. Hay dos cosas -eso sí- que me impiden dormir: el calor y los nervios.

Esto viene porque llevo toda la mañana acordándome de una amiga mía a la que hace mucho tiempo que no llamo. Bueno, en realidad llevo meses acordándome de ella, pero estas últimas semanas no me la puedo quitar de la cabeza. Es como una luz tintineante. Llama. Llama. Llama.

Esta chica fue una de mis mejores amigas. Yo creo que con ella pasé algunos de los mejores años de mi vida. Sin embargo, las cosas se tuercen, los caminos se separan, y de repente te das cuenta de que hace meses que no te ves, incluso años. En ese punto, recuperar relaciones da una mezcla de temor e inquietud, así que dejas el tiempo pasar, en parte porque te da miedo que la otra persona ya no quiera volver a saber nada más de ti, cosa lógica por otra parte.

Así que ahí estoy, en una disyuntiva. No sé si llamar, algo que me parece un poquito agresivo de momento. No sé si enviar un mail o un mensaje, ya que si no responde, pasaré largo tiempo torturándome en plan «¿Lo habrá recibido? ¿Habrá cambiado de número o de cuenta de correo?». O no sé si dejarlo estar así, convenciéndome de que si las relaciones se pierden es porque ha de ser así y no podemos hacer nada contra el destino.

Qué filosófico me he puesto, ¿no?
[Mood: Joder, me acaba de mandar unas fotos un artista suizo que está para darle… CON UN TORNO!!!]
[My iPod says: Iván Ferreiro – La distorsión]


Love today!

abril 16, 2007
Este fin de semana ha sido todo un poco del desfás, la verdad, porque hacía mucho que no bebía tanto ni me ponía tan borracho. De hecho, incomprensiblemente, se me ha pinzado un nervio en la espalda o me ha dado un tirón o qué sé yo, pero lo cierto es que me duele de lo lindo y me cuesta hasta caminar. Yo no estoy hecho para trabajar, en realidad, así que a ver si se me ocurre una idea cojonuda de visionario y me hago asquerosamente rico.

El viernes estuve en el concierto de la banda del novio de una compañera de trabajo. No estuvo mal, tampoco es que fuese lo más, pero los chicos tocan bien… que ya es mucho pedir en estos tiempos de mamarrachas con Casiotones. También había ido mi jefa, así que nada, allí estuvimos en el Nasti bailoteando. Después nos zampamos dos pizzas con un torno, y nos largamos al Ochoymedio, que estuvo fenomenal… y además estuve hablando con Olmo y con Eurocero, que ya tenía ganas.

Llegué a casa tardérrimo y borrachérrimo, pero hay que ver qué gusto da poder cogerse un búho y llegar a casa en nada de tiempo. Yo estoy encantado. El sábado vinieron Piscu y S., el novio de Flat, a comer a casa, así que nos zampamos la lasaña que la señora de la Thermomix nos había preparado en la demostración, que estaba buenísima. Bueno, Piscu en realidad comió una ensalada y unas cosas porque está a dieta estricta. Luego me eché una siestecita en su barriga -a modo de despedida-, mientras veíamos unos telefilms buenísimos de Antena 3.

Corre que te corre me fui al concierto de Mika, que yo era uno de los pocos privilegiados a quienes se había acreditado como prensa. Digo uno de los pocos privilegiados de entre mis amigos, porque como Universal obligó a Sinnamon a hacerlo en esa sala de mierrrda; rechazaron un montón de acreditaciones. El concierto estuvo muy bien, aunque para eso os emplazo a Jenesaispop.com, donde colgaré una crónica a lo largo del día.

Después del concierto nos fuimos Supervago, iko y yo a El Rincón y nos pimplamos tres botellas de vino blanco una tras otra (con un torno) mientras comentábamos en qué punto te empieza a dar vergüenza seguir pidiendo alcohol en un bar. Como yo me había alcoholizado la noche anterior y tengo efecto rebote (se me sube enseguida y a poquito que beba) pues me sentó fatal. Así que para cuando llegaron Ruti, Patri, A. y R. ya estaba como una cuba.

Terminaron echándonos del local porque se hacía la hora de cerrar y yo decidí -en un momento de lucidez- que era hora de retirarme. Y es que el domingo había quedado con mi hermana, mi cuñado y la beba para comer. Fue bastante fastuoso que me pusieran un taxi para ir a comer con ellos, la verdad. Yo me sentía un poco como en Cambio Radical. Y también es muy fuerte que lo que no hace mi empresa para el trabajo, lo haga la empresa de mi cuñado para el ocio. Comimos en el Public, que es un sitio que está muy bien, sobre todo en precio. La verdad es que comimos fenomenal. Y luego, nos fuimos a mi casa, a que la vieran y tomasen un café allí con nosotros. Bueno, a eso y a que la beba estrenase mi cama en cuanto al cambio de pañal se refiere.

Que por cierto, cómo está mi sobrinita. Ya se ríe y hace cosas, además de ser una monada. Pero lo mejor de toda la tarde fue cuando se fueron, que Ann O’nadada se dio la vuelta y me dijo todo serio: «¿Cuándo vino tu hermana de Alemania, dices?». Es que en nuestra familia hay que vernos ser altos, blanquitos y -en su caso, que no en el mío desgraciadamente- pelirrojos.
[Mood: Voy a decirlo… ¡¡¡Dilo!!! Un poco salidorro]
[My iPod says: Todo lo de Mika otra vez. Es guapo, pero es tan divorra, que se te baja todo]


Diario de viaje (IV): Lisboa – F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E.

marzo 16, 2007
Nos habíamos quedado conmigo aterrizando en el aeropuerto de Matalascañas Barajas, volviendo de Lisboa, con una pesadumbre acojonante y escuchando una de mis listas de reproducción preferidas, ideales para este tipo de momentos, que se llama Caras largas. Espero que os imaginéis el tipo de música que contiene esta lista, ¿no? Pues todas las canciones más tristes de la historia. Si cualquier persona normal escuchase esta lista, probablemente decidiera cortarse las venas inmediatamente, o atracarse de barbitúricos. Creo que muy pocos la soportarían. ¿Por qué cuando estamos tristes nos da por escuchar canciones súper tristes? Mira que tengo otra lista que se llama Cheer me up! pero esa la pongo sensiblemente menos.

Bueno, pues llegué a casa como a las 23 e inmediatamente me llamó él. Que qué tal el viaje, que llevaba toda la tarde pensando en mí, que casi no había podido trabajar porque estaba muy triste y que teníamos que hacer algo. La conversación fue un poco la misma. «Es una locura, Álex, lo siento«. Y aquí acabo nuestra conversación.

Me fui a la cama porque estaba reventado y al día siguiente tenía que trabajar. Me agarré a la almohada con fuerza y me quedé dormido. Cuando me levanté, por la mañana, me había mandado un mensaje, en plan que no podía ser, que no podíamos dejarlo así. El martes hablé mucho con mis amigos, y la conclusión fue radicalmente diferente. Que sí, que Lisboa no es Barcelona, Bilbao, Chinchilla o Murcia, pero que qué se le va a hacer, que el mundo es así y que así están las cosas. Y lo más importante: ¿y si ahora lo pasas fatal y luego te tiras toda tu vida pensando en lo que podría haber sido y no fue?

Pues es verdad. No podría soportar eso. Prefiero pasarlo mal, pero mantener algo que visto lo visto, me tiene completamente atontado. No sé, es la primera vez que me da así de fuerte con alguien, pero creo que merece la pena intentarlo y ver qué sale. Por muchas vueltas que le dé a las cosas, por muy racional que intente ser con esto, creo que no puedo abstraerme. Lo voy a pasar fatal, porque aunque no soy celoso lo más que vamos a poder vernos (y eso si podemos) es una vez al mes. Pero menos es nada.

Espero que se pueda venir a Madrid a vivir pronto. Eso sería la releche. De momento, veremos a ver qué tal discurre esto.

Estoy acojonado. Pero estoy feliz. Aquí acaba empieza mi aventura en Lisboa.


Diario de viaje (III): Lisboa – Merde à l’amour

marzo 15, 2007
Como he notado una apabullante subida de visitas en este blog (Google Analytics dixit) creo que voy a resolver ya -al menos en parte- esta novela a medio camino entre Danielle Steel y Barbara Woods. Más que nada para evitar infartos de corazón y eso. Hoy termino con el viaje a Lisboa y mañana os cuento en qué ha quedado todo.

Finalmente, tuvimos una noche libre: la del sábado. Había visto a Álex todo el día en la pasarela, y nos habíamos sonreído un par de veces. Vamos, lo normal. Fui con el grupo de periodistas al Barrio Alto a tomar unas copas, y para mi sorpresa, él también apareció allí. Le pedí que por favor me llevase a un banco, ya que él era el único que conocía la ciudad y esta fue nuestra sorprendente conversación:
– Please, could you take me to an ATM? I’m running out of money.
– Tés os olhos mais bonitos que eu vi a minha vida.
– Ah! Obrigado.

No sé si estará bien escrito, porque yo de portugués ni guarra. Pero os hacéis la idea. Lo mejor de todo fue mi respuesta, que me cogió totalmente desprevenido. «Ah! Gracias» no creo que sea la respuesta correcta. Estoy seguro de que no lo es.

Total, que me acompañó a tres bancos seguidos (corrijo: las calles de Lisboa no son un infierno barroco, el verdadero infierno está a la hora de sacar dinero, que suele ser lo único que echo de menos de España cuando viajo fuera, porque aquí hay bancos hasta debajo de las piedras) y cuando lo conseguí y volvimos al bar en el que estábamos me dio un beso, primero en la mejilla, y ante mi sorpresa al cuadrado, me plantó uno en los morros mientras se reía. Yo, que no pierdo el viaje, me di (¡¡¡al fin!!!) por aludido y me lancé a darle un muerdo de esos de película de Humphrey Bogart o Clark Gable. En ese momento, estaba flotando en las nubes.

A la hora o así me dijo que estaba cansado, que al día siguiente curraba (y yo tenía que ir a una exposición de arte en Sintra, la verdad) y que tenía que irse a dormir. Puse cara de seta y me dijo «¿te apetece dormir conmigo?». Ahí fue donde, ciertamente, perdí mi cabeza. Nos fuimos a mi hotel, nos tumbamos en la cama, y nos pasamos más de una hora dándonos besos, pero besos de amor. Se durmió acurrucado en mi pecho y yo no me moví en toda la noche, porque cada vez que me despertaba podía oler su pelo y tocarlo, y me sentía inmensamente feliz.

Al día siguiente, después de la exposición, fuimos a la pasarela de nuevo. Y allí ya fue como yo que sé, como si fuéramos pareja de toda la vida. Cada vez que me veía me daba un beso, o me abrazaba por detrás y me daba besos en el cuello… en fin. Yo estaba que ni me lo creía.

Aquella noche era la fiesta de clausura, en el Lux Frágil, una discoteca de Lisboa muy chula. Era todo de la barra libre y de la buena música, pero nos terminamos marchando pronto, porque el al día siguiente él tenía que entrar a trabajar a las 10. Repetimos la misma operación: durmió en mi hotel y fue fastuoso, aunque yo estaba un poco borrachín aquella noche y la verdad es que no me acuerdo muy bien de todo. Qué mala es la ginebra, más que nada porque yo siempre bebo ron, pero como no había rones spónsor, pues nada.

A la mañana siguiente se largó y yo me quedé durmiendo mi pedal. Quedamos para comer y despedirnos. Comimos juntos, nos dijimos cuatro cosas bastante tal: «no entiendo que tenga que enamorarme de una persona que vive a 1000 kilómetros de mí». «Ya, yo tampoco. Es una mierda». «No entiendo esta velocidad de enamoramiento, yo nunca he sido así, pero…». «Yo sé que es mucho pedir… ¿estás dispuesto a esperarme? Quiero trasladarme a Madrid, era mi primera idea al venir a Europa». «Pues no lo sé». Y solté aquella frase tan hortera, pero que he comprendido al 100% durante este viaje: «mi corazón me dice que te espere, pero mi razón me dice que es una puta locura, y que va a ser terrible». Como decían La Buena Vida: Lo que dicte el corazón, aunque sea pedir perdón, me parece una opinión muy distinguida…

Me quedan varias dudas: ¿Es mi enamoramiento -inusualmente rápido en mí- una pura cuestión de como no puedo tenerlo, lo quiero? ¿Contribuyó que ambos supiéramos que nos íbamos a separar en dos días a que nos idolatrásemos profundamente? Pues no sé.

Total, que nos despedimos y yo hice lo que nadie debería hacer pero todo marica hubiera hecho: plantarme las gafas de sol, ponerme a Damien Rice a todo volumen en el iPod y caminar por las calles de Lisboa hasta mi hotel, echando lagrimones como puños y sintiéndome fatal. Vaya tela.

La tarde fue de lo peor, aunque por suerte pude hablar con Sebastian, el fotógrafo neoyorkino, que estaba exactamente en el mismo punto que yo con una chica también de la organización. Me dio ánimos y yo me fui al aeropuerto entre mensajes de «te voy a echar mucho de menos» y cosas así.

El viaje de vuelta, que solo duró una hora, fue el peor de mi vida. El peor.

Y mañana, el desenlace total. ¿Os ha gustado la entrada kilométrica?


Diario de viaje (II): Lisboa. Aguas do Março

marzo 14, 2007
Nos habíamos quedado en, creo recordar, mi comida. Al final, decidí comer cerca del hotel, porque no me apetecía moverme mucho. Estaba derrotado y necesitaba una pequeña siesta, así que comí por los alrededores, que eran un poco como Azca pero sin Burguer Kings ni nada. Por lo tanto, entré en una especie de cafetería kitsch y cutre en la que me dieron una medio sopa de espaguetis con berberechos y calamares que no estaba muy buena, pero que me comí con ansia porque tenía un hambre que te cagas. Me eché una siestecita y a las 17.30 pasaron a recogerme por el hotel. Allí conocí a todo el grupo de periodistas que iban a pasar conmigo el fin de semana.

En contra de lo que yo pensaba, no había mucho snob y todos eran fastuosamente simpáticos. Alguna mamarracha sí había, pero a eso te vas acostumbrando poco a poco. Luego, eso sí, descubriría que la más mamarracha de todas era la persona más simpática del mundo, pero tiempo al tiempo. También conocí a un fotógrafo neoyorkino muy guapo con el que inmediatamente hubo una gran atracción. Y no me refiero a sexo, me refiero a que me contó cientos de cosas personales durante todo el fin de semana, hasta el punto de que me he terminado planteando si elegí mal mi carrera: debería haber sido psicólogo. Vimos muchos desfiles y luego nos largamos a una fiesta de inauguración que no estuvo mal, pero que no terminó de convencerme. Allí conocí a Sergio, un periodista brasileño que creo que viene a ser un poco mi alma gemela en las antípodas, porque hay que ver qué de cosas teníamos en común.

El viernes por la mañana remoloneé un poco hasta que llegó el momento de salir a comer, todo a cargo de la Oficina de Turismo de la ciudad de Lisboa. Estuvimos en un restaurante de comida «mineira«, en el que todo tenía bien de grasa, lo cual me venía fenomenal para mi resaca. Lo que no me venía tan bien fueron todas las caipirinhas que me metí para el cuerpo. Después, un paseíto por la ciudad y al hotel a preparase para los desfiles. Fue esa tarde cuando le vi, y ya no me lo pude sacar de la cabeza durante toda la estancia. Yo hablaba con Sergio y de repente apareció él, con su acreditación de la organización: Álex. Sergio y él eran amigos de Sao Paulo, y Álex se había marchado a Portugal a trabajar hacía un par de años. Estuvieron hablando en portugués un rato, contándose qué tal. Yo no podía dejar de mirarle, a ese chico con ese pelo tan negro, ese cuerpo tan bonito, esa sonrisa encantadora, varios piercings por todo el cuerpo y todos esos tatuajes en los brazos. Sergio nos presentó y yo quedé bastante como un completo imbécil, porque el tío me gustaba tanto que fui incapaz de articular varias palabras seguidas. Me dije a mí mismo «acabas de quedar como un completo gilipollas. Olvídate de tener nada con este tío tan guapo«. Sin embargo, estaba bastante confundido, porque mi timidez le pareció la cosa más cute del mundo. Aquella noche nos vimos poco en la fiesta de uno de los diseñadores, pero hablamos un ratito. No pasó nada, precisamente porque lo mejor estaba por venir.


Tetralogía del cambio

enero 2, 2007
Se acabó lo que se daba. El 2006 se va para dejar paso al 2007. Al más puro estilo de la Patata voy a hacer la típica entrada esa de rememorar las cosas que han ido sucediendo este año, al que podríamos describir como la tetralogía del cambio: cambio de forma, cambio de idea, cambio de tiempo y algo cambió. Qué Astrud me ha quedado toda esta parte, hay que ver.
El 2006 empezó con Claudio partiéndose la crisma y la Patata llevándole a urgencias en un coche con las largas puestas, mientras apartaba modernos con la mano en San Vicente Ferrer y la gente la llamaba ‘Fitipaldi’. Con la tontería, se quedó escayolado aproximadamente hasta febrero. Yo no recuerdo nada especial de esos dos primeros meses, excepto que cerró mi blog de referencia (Supervago.com) y abrió Jenesaispop.com, un proyecto que nos apetecía mucho a todos y con el que estamos disfrutando de lo lindo. A veces más y a veces menos, he de añadir, pero disfrutando al fin y al cabo.

Creo que fue aproximadamente en marzo o abril cuando la Patata comenzó a comentar aquello de irse a Barcelona, y yo lo veía como una cosa que no iba a suceder nunca. Llegó mayo y llegó mi cumpleaños, que volvió a transcurrir alejado de mis amigos, para mi propia desgracia. Ahí fue cuando me enteré de que mi hermana había decidido hacerme tío (al fin!!!) y cuando alguien de mi familia lejana, aunque todavía no conozco su identidad, me obligó a cerrar Rainbowarrior a.k.a. Farala, mi querido diario. Fue mucha pena, pero también un poco de alivio. Eso sí, había días que lo echaba de menos y días que no, que todo hay que decirlo. También fue el día que mis amigos y mi novio de aquella época me dieron un sorpresón de categoría por mi cumpleaños, en casa de Flat Eric. Del mismo modo, por aquella época, me convertí en un Renthead y me compré un iPod al que grabé una frase muy marica, para ser agasajado, además, con una PlayStation Portable, convirtiéndome así en uno de los hombres con más gadgets del mundo.

El verano estuvo fenomenal: primero disfruté del Summercase, que fue un festivalazo en toda regla, y después disfruté del Confessions World Tour de Madonna en Roma, cittá de merda. Qué asco me dio Roma y todo lo que la rodeaba, definitivamente Italia es un país que no merece la pena visitar. Por un lado, tienen cientos de monumentos que son fantásticos pero que no cuidan convenientemente, y además está llena de italianos, que para mi gusto son una de las nacionalidades más desagradables, después de la nuestra. Definitivamente, me quedo con los escandinavos y los centroeuropeos, que nos brindan sus países civilizados y su savoir faire en temas de educación y respeto al prójimo. Cuando volvimos de Italia tuvimos que comenzar los fastos de despedida de la Patata, y yo me preparé para mis exámenes de fin de carrera. Al final, aprobé todo pero me quedó una. Una pena.

Poco más tarde, se me comunicó la no intención de mantenerme como contratado en el sitio donde había sido becario un año entero, y llegó el día de marcharme y empezar a buscar trabajo. Por aquel entonces también encontré otro novio, con el que la relación iba (para mi sorpresa) muy bien. Me desesperé buscando trabajo y es cuando abrí este blog, que quedó desactualizado hasta que me dio por retomar. Comenzaron a sucederse los fastos por la marcha de la Patata, y todos quedamos súper apenados. Al final conseguí un trabajo más o menos decente, aunque mi relación se acabó. La Patata se marchó y yo prometí a dos amigos míos que antes de marzo estaríamos viviendo los tres fuera de casa. Y así espero que sea.

2006 terminó de la mejor manera posible: con una fiesta inmensa en la que, aunque eché mucho de menos a Angèle (que sólo estuvo un rato) y a la Patata, disfruté como un enano. Y que nos dure, por favor, que nos dure.

A ver si el 2007 se porta todavía mejor. Feliz 2007 a todos.

[Mood: Estoy súper feliz, estoy súper feliz…]
[My iPod says: Will I? – Original Rent’s Cast]

¡Rommie, yummie!

noviembre 23, 2006
Por suerte no me dediqué a ser un agente de policía de esos que tienen a su cargo a los testigos protegidos, porque entonces, bueno, probablemente me hubiesen matado a más de uno o a más de dos. Abrí este blog hace nada y ya han descubierto mi identidad… La verdad es que no era un secreto ni nada, pero vamos, que yo pensé que no estaba tan claro… Aunque he de reconocer que ha sido culpa mía, que ayer añadí la lista de last.fm al blog y esta mañana pincho sobre ella y… ¡¡¡ta-da!!! Sale mi perfil, ese en el que pone FARALA en gigante. Soy súper inteligente, eso desde luego. Pues sí, soy yo, soy ella ÉL, soy… (léase con voz de ‘Testimonio’ de La Hora Chanante) ¡¡¡Farala!!!

Hoy he estado comiendo con dos amigas del Erasmus y nos lo hemos pasado fenomenal. Una de ellas había venido a Madrid a hacer una entrevista para unas becas de esas en las que te dan un panojal, y hemos quedado a comer para lo que hacía siglos que no hacíamos: no dejar pie con bola, ponernos cerdos a comida y no parar de reírnos. En un momento como de nostalgia nos ha dado una cosa así, en el estómago, y hemos decidido que teníamos que visitar nuestra ciudad Erasmus cuanto antes, y ahora que Ryanair empieza a operar (desde ayer de hecho) en Madrid, pues qué os voy a decir. Que nos va a salir por nada de panojas. Así que en febrero nos daremos una vuelta por Europa del Norte, a ver si todo está donde lo dejamos y la cerveza sigue estando tan riquérrima.

Por lo demás, todo lo que hemos hecho ha sido comer fondue (para recordar un atracón que nos dimos por allí) mientras charlábamos de nuestras cosas de siempre: hemos empezado con el trabajo; después con un amigo de Petit S., que es marica pero todavía no se atreve a salir del armario (a pesar de que la misma Petit S. se lo encontró un día colgado del brazo de un maromo); de novios y de lo complicado que resulta estar con un extranjero (la Petit E. -es que son las dos muy pequeñas, por eso lo de petit– tiene un novio canadiense y claro, le toca levantarse hablando en inglés, cosa que a mí me costaba muchísimo cuando me ligaba a algún maromo) y después hemos llegado al sexo, tema estrella por naturaleza y que no nos falta nunca. Qué predecibles somos, coñe.

Ya en casa, me he dispuesto a mirar casas para alquilar (Ann O’nadada y yo tenemos pensado mudarnos el año que viene a vivir juntos, en plan rommies). La verdad es que está la cosa muy malita, porque buscamos algo muy específico: 2 habitaciones, un barrio medianamente céntrico o muy bien comunicado, SIN amueblar y Ann también quiere lavaplatos y aire acondicionado, algo bastante secundario para mí, pero bueno… Todo esto por menos de 800 lereles. Y claro, la cosa está muy mal. Sin embargo he visto pisos de 3 habitaciones por precios irrisorios. Como la cosa siga así, me temo que nos tendremos que buscar otro rommie. ¿Voluntarios?
[Mode: Pues entre nostálgico y expectante, ¿cómo voy a estar?]
[My iPod says: Luomo / What good]