Muriendo

May 27, 2008

Me declaro oficialmente muerto después del fin de semana pasado, y certifico que a día de hoy -martes- todavía no estoy recuperado. Entre la visita de este fin de semana, en la que hemos vuelto a reencontrarnos todos de nuevo, que hacía que no nos veíamos (putas migraciones) varios meses; la noche del viernes en el Ochoymedio sin parar; la noche del sábado viendo Eurovisión, votando y saltando como locos con las canciones de Francia y de Bosnia (y profundamente amargados ante la basura que ganó); la tarde del domingo de copas y canapeo (por un valor superior a dose euros, desde luego) en La Latina, que acabó en un sitio que conocíamos de oídas llamado El Atril y que nos pareció un poco infecto; la hora de acostarme del domingo (las 2.30) la de levantarme el lunes… Todo eso me ha dejado matado.

Y para más joder, entre el Síndrome de Estocolmo que dejan las respectivas vueltas de la gente a sus ciudades de origen y las putas pastillas de la alergia, que me dan un sueño que para qué, sigo sumido en un estado catatónico de no dar creditito. Me muero.


El gran drama

May 22, 2008

Ayer, mientras volvía a casa de tomar algo con el croata después del trabajo, me encontré a un lector de este blog por la calle que me dijo, tal cual «actualiza ya» y poco más. Este tipo de cosas son las que me recuerdan que aquí está este blog, manteniéndose a duras penas y eso. Me da mucha lástima, pero es que últimamente ni veo gracioso (si es que lo he sido alguna vez) ni tengo tanto que contar. Y cuando lo tengo, me pasa todo el mismo día (o el mismo fin de semana) y carece de sentido contarlo casi una semana después.

El pasado finde fui testigo de un enorme drama en mi propia persona: se me rompió el iPod (de tanto usarlo). Mucha gente considerará que esto es un frikerío, que vaya materialista que estoy hecho, que la culpa es mía por comprarme cosas en las que solo prima el diseño… Bah, mamarrachadas. Por si las moscas, yo uso un iPod porque me gusta, porque es de los pocos rproductores que me dan 30GB (bueno, eso cuando me lo compré yo, que ahora ya es un pasote) y que además se lleva bien con el iBook. Lo de que se me rompa el iPod y sea un drama, lejos de un comentario snob es un tema puramente práctico: muy pocas veces me ha pasado que quiero escuchar una canción y no la llevo. Para mí eso no tiene precio.

A lo que íbamos, que esto ocurrió el viernes. Quedé con los del trabajo a tomar una cerveza y cuando estaba volviendo a las 22.00, enganché los auriculares al jack… pero solo funcionaba uno. Tuve una crisis inmediatamente: los auriculares (unos estupendos y que recomiendo a todos, por cierto) me los acababa de comprar, así que estaban perfectamente casi seguro. Llegué corriendo a casa mientras hablaba con Supervago por teléfono y le contaba el dramón y comprobé que nada, que lo que estaba roto era el jack de dentro del iPod no los auriculares. Los simbolitos del dólar empezaron a darme vueltas en la cabeza: ¡¡¡pero si no tengo ni un chavo!!! ¿¿¿Cómo me voy a comprar uno nuevo???

Después de hablar con unos y otros, de que los Caniches me ofreciesen sus iPod mini (que por cierto siguen conservando en perfectas condiciones -ya no se hacen iPods como los de antes-) y de llorarles un poco a todos mis amigos, mientras veía Lost en la tele, al borde del llanto desconsolado, recordé que el accesorio de la radio permite conectar los auriculares al dock en lugar de al jack.

No cabía en mí de júbilo, y al día siguiente corrí raudo y veloz a hacerme con uno en la Fnac. Fueron 49 pavos, una pasta bastante gansa, pero menos que comprarme un aparatito nuevo. Lo malo es que ahora voy con dos metros y medio de cable por la vida, y es un peñazo.


Keep your enemies in the pocket

May 19, 2008

Lo de los vecinos que te tocan, es una lotería. Tan pronto puedes tener a las personas más majas del mundo puerta con puerta como pueden resultar ser unos frescos o unos hijosdelagranputa, que todo puede ser. Ann y yo en esto estamos teniendo bastante mala suerte, porque hemos pasado de una familiar ultracatólica y con pulseritas de la bandera de España a los que les hacía daño en los oídos hasta oírnos respirar (sin embargo, el cabeza de familia no se cortaba ni un pelo cuando tenía que gritar puta o hija de la gran puta a su mujer) a unos brasileños que, para más joder, ni siquiera están buenos. Porque sí: lo peor es que encima, aunque son brasileños, son feos hasta decir basta y no puedo más.

Sin embargo, que sean feos no es el problema en sí de la pareja de brasileños que viven en frente y con los que compartimos un tabique (para más señas, el de mi habitación, que encima es de papel mojado). Y el problema tampoco es que trabajen por la noche, que mira, a mí plin. El problema es que cuando vuelven, parece que les viene a visitar su musa, la inspiración o ambas, así que me atormentan en torno a las 6 de la mañana con sus guitarras y sus pianos, cantando a voz en grito canciones de Jobim y de Djavan. Yo, que a esas horas ni me interesa la cultura brasileña ni ninguna de las culturas del mundo, todo lo que siento son unas profundas y rabiosas ganas de matar. Y hoy especialmente, porque me he despertado de muy mala hostia y pensando que es precioso cantarle al amanecer a las 6 de la mañana, pero que yo también tengo mi derecho a dormir. ¿No?

Pues nada, ellos no, ellos han seguido dándole a la puta guitarra. Yo, como venganza, a las 8.30 he puesto música a todo trapo, Sam Sparro, para ser más concretos. Y espero que les haya fastidiado mucho y se den cuenta de que sus ruidos molestan, porque ya me imagino que, trabajando por la noche, tener una casa al lado que se queda vacía de 8.45 a 20.00 es un placer. Pues haced el favor de comportaros, coño, que si nosotros os dejamos descansar, nos merecemos -como mínimo- lo mismo.

O de lo contrario, en breve me veo protagonizando algo parecido a ‘Un día de furia’. Aviso.


¿Eutanasia o extinción?

May 6, 2008

Siempre me fascinó uno de los últimos posts del ¿extinto? diario de Ann O’nadada. Me parecía una forma perfecta de dejar el blog, aunque un buen día decidió recuperarlo con una entrada y no se volvió a saber más. Ahora me toca a mí saber si volveré a escribir aquí, en una época en que los blogs personales han medio dejado de interesarme, y en la que estoy más a otros temas y a otras cosas que a la comunicación por Internet en sí. Tengo Facebook, pero apenas lo uso; tengo Twitter, pero me parece un rollo; me hice un Tuenti y jamás lo usé; mi Myspace está abandonado no, lo siguiente… y así en muchos países.

El pasado jueves fue mi cumpleaños. Ya me ha caído el cuarto de siglo, 25 añazos. Como dice Piscu, he dejado de ser un yogurín, así que ya nada. De niña a mujer, como la canción aquella de ese hombre peremne en su máquina de rayos UVA. No me preocupa, no me molesta cumplir años. De hecho, me encanta. La tarde anterior recibí a Cookie, un croata-alemán que conocí hace dos semanas mientras buscaba piso (él) en Madrid, porque venía a estudiar español dos meses. Vino con sus maletas y todo a buscarme al trabajo, y me lo llevé a casa, que el pobre no podía entrar en su nuevo piso hasta el día 1.

Este chico lo tiene todo para encandilarme y que yo me vuelva gilipollas, a saber:

– Es guapo. Igual no en el sentido estricto de la palabra, pero a mí me resulta monísimo.

– Es inteligente.

– Es divertido, mucho, y me lo paso muy bien con él.

– Aunque acaba de dejar su trabajo en una importante empresa de Internet (y cuando digo importante, es muy importante) y no tiene ningún tipo de prisa por marcharse, lo hará antes o después, así que la fecha de caducidad está marcada desde el principio.

– Tiene pareja en Berlín, aunque esto no me ha quedado muy claro qué tipo de relación es.

Llevo varios días dándole vueltas al asunto. ¿Qué coño hago? Vaya rollo. Hay veces que te sientes así, en una especie de diatriba bastante estresante. ¿Me lanzo completamente a lo loco o echo el freno? ¿Qué es lo más sensato? Sin lugar a dudas, echar el freno, por lo que pudiera pasar. ¿Y qué es lo que me apetece? Pues darlo todo, como antaño cuando los viernes iba al Ochoymedio. Por suerte tengo amigos que me dicen cosas como «disfruta, que estás en lo mejor» y «todavía eres joven como para preocuparte de cosas difíciles, aburridas y que, en el fondo, no son interesantes. Olvídalo y to’ p’alante«.

Pues eso, que todo para alante.

Y que después de unos meses bastante asquerosos anímicamente hablando, here we are. Again. Y esta vez, prometo no jodérmelo yo mismo, que vaya chapa me doy.