Es increíble cómo siempre pensamos que todo va a salir bien. No sé, imagino que será una capacidad del ser humano, la de vivir confundido con su propio optimismo, que le ayuda a no volverse loco del todo. Todas las demás variables que entran en juego simplemente se obvian, y se piensa que el desenlace va a ser según lo previsto, siempre.
Sin embargo, algunas veces, las variables capaces de joderlo todo entran en juego, y es ahí donde la magia se pierde. Pero aunque esto suceda, ahí queda la capacidad que tenemos para -aunque sea poco a poco- levantarnos, sacudirnos el polvo y seguir en la dirección que llevábamos, incluso manteniendo el optimismo.
Pero no os preocupéis por mí. No soy yo el protagonista de esta entrada.
Pero qué público más tonto tengo 
¡Optimismo SIEMPRE! Que hasta de lo malo se aprende (para bien).
Ya me he enterado, menuda putada.
Levantarse después de una caída es fundamental, y si vuelves a caer otra vez, a levantarse de nuevo y así siempre, ya que las variantes capaces de joderlo todo, suelen estar mucho más presentes de lo que pensamos. Ahora son fundamentales los bastones en forma de ánimos, abrazos y sonrisas ya que es el único ungüento que conozco para apaliar, el dolor y la rabia que se siente ante una situación así.
Cuando uno pone sus ilusiones y esperanzas en algo y llega esa maldita variante para evitar que un acontecimiento tan maravillosos se produzca, a uno se le queda una sensación de derrotismo y frustración difíciles de olvidar, pero la ilusión de albergar esperanza, de desear que las cosas salgan bien, de conseguir los objetivos que nos proponemos… son sentimientos que tienen que ir paralelos a nosotros, puesto que sin ilusión no veríamos más allá de nuestras narices.
Desde aquí mis ánimos y mis abrazos para una pareja tan encantadora.
El optimismo debe ser lo último que perdamos! Lo dice una que últimamente tiene el optimismo por los suelos pero que en el fondo sabe que se puede salir de todo. Y ellos saldrán 🙂